viernes, 4 de septiembre de 2015

Detesto a la humanidad

Aborrezco el culto humano al poder, uno de los rasgos humanos más abyectos,  odio ver como seres humanos tratan de engañar al semejante, cómo estafan, timan, embaucan y se aprovechan del inocente, del incauto o del ignorante.

Odio las conversaciones huecas, artificiosas y banales que prodigan la gente. A veces me asfixian y sofocan de tal modo que quiero huir lo más lejos posible.

Odio tener que levantarme cada mañana para encarar otra jornada de demencia. 
Odio a la gente mezquina que solamente está impulsada por la ambición personal, para engañar a los débiles, los pobres y los niños. La mayoría de los seres humanos son abusadores y matones. Los adultos se meten con los niños y los niños mayores con los más chicos, los hombres avasallan a las mujeres y los ricos a los pobres, todos aman oprimir e imponerse.

Odio los medios masivos de comunicación y cómo la gente se deja subyugar por ellos.

Detesto a la humanidad en su conjunto. Puedo sentir un fuerte cariño por determinados individuos.