domingo, 26 de abril de 2020

Los Débiles..


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Quejicas, flojos, vagos, pordioseros son los que dan pena y viven de ella, los que os dan su veneno y... picáis como moscas. 

Aquel que sufre de verdad no comparte su dolor, no lo expone, aquel que sufre de verdad no comparte su herida infecta, se la cura.

Johann Wolfgang von Goethe


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Las ideas audaces son como las piezas del ajedrez que avanzan hacia delante. 
Ellas pueden ser vencidas, pero también pueden iniciar una partida victoriosa.

lunes, 13 de abril de 2020

El desprecio de Nietzsche..


El desprecio de Nietzsche por los sistemas liberales y democráticos dirigidos por la mentalidad de rebaño de la gente común. 


Es el tiempo de la política mezquina, la lucha por el dominio.. 
La nueva sociedad aristocrática estaría presumiblemente organizada en un sistema de castas exclusivas, no un maloliente judaísmo compuesto de rabinismo y charlatanería..


Contrariamente a lo que algunos piensan, Nietzsche no considera al Estado como un medio para el progreso del pueblo, en vez de ello, insiste en la general obediencia de las masas ignorantes al gobierno. 

  


En Más Allá del Bien y del Mal, Nietzsche insistió en que la futura raza de señores será de hombres de poder y artistas-tiranos, que utilizarán la Europa democrática como su más dúctil y manejable instrumento para dirigir los destinos de los europeos.

Afortunadamente, las nuevas condiciones promoverán un cierto ascenso del hombre común dentro de su mediocridad, un útil trabajador y discretamente servicial, es muy necesario para facilitar el ascenso de hombres excepcionales pero con peligrosas y atractivas cualidades.



La más baja casta estará compuesta por la mayoría de la gente, para quienes ser mediocre es su felicidad. Esta gente es la que se ocupará de la llamada actividad profesional, ya sea económica o social, artesanía, comercio, agricultura. Igual que Treitschke, Nietzsche aconsejaba abstenerse de juzgar a las clases bajas desde el punto de vista de los privilegios materiales, ya que ellas tienen sus propios goces proporcionales a su desarrollo espiritual. En efecto, cuanto más asciende uno, más dura deviene la vida; aumenta el desapego y la responsabilidad.

miércoles, 1 de abril de 2020

La crítica a la moral exige..



La crítica a la moral exige, lógicamente, un distanciamiento de lo social. Únicamente en la soledad, el individuo se descubre a sí mismo, toma conciencia de sus posibilidades y de su poder, se encuentra en situación de crear, de arrancar sus verdades desnudas a una naturaleza que fluye inocentemente, ajena a las categorías morales, más allá del bien y del mal.

El propio Nietzsche lo advierte: Un libro como éste no se ha escrito para ser leído deprisa..hay que abrirlo muchas veces..es necesario poder sumergirse en él, mirar luego a otra parte y no encontrar a nuestro alrededor nada de lo que nos es habitual.

Frente a las presuntas virtudes basadas en el autoengaño, Nietzsche esgrime cuatro virtudes que considera cardinales: 
Que seamos leales con nosotros mismos y con los que siguen siendo amigos nuestros, valientes frente al enemigo, generosos con el vencido; corteses en todo momento.

 ¿Qué implica la lealtad con nosotros mismos? Ante todo, la fidelidad a nuestras individuales exigencias, posibilidades y capacidades, la probidad, la veracidad. Efectivamente, la veracidad caracteriza a la conducta humana desde el punto de vista de lo subjetivo y presupone, por tanto, el paso de la visión externa, social y alienada a la consideración psicológica. La valoración de la subjetividad sólo es, pues, posible después de la formación de una subjetividad consciente de sí misma. 

Ser veraz y leal con uno mismo exige liberarse de las costumbres morales impuestas por la debilidad, el cansancio, el resentimiento, la enfermedad y la decrepitud. Por eso la probidad, la veracidad y la lealtad para con uno mismo se identificaría con el espíritu libre, con la supresión de los prejuicios. Donde la adaptación a las costumbres que rigen el funcionamiento de lo colectivo se haga inconscientemente no habrá ningún problema de veracidad.

Sólo cuando surge la tensión entre la conciencia individual y el espíritu colectivo, y el individuo tiene que hacerse cargo de esa tensión, se plantea para él la decisión entre la adaptación o la autoafirmación y, por tanto, entre la mendacidad y la veracidad, el autoengaño y la probidad. 

La sinceridad es, entonces, la característica del hombre libre y se opone en este sentido a la disposición zalamera y servil; es virtud de señores, nunca de esclavos. En suma, el espíritu libre es la liberación del hombre para alcanzar la soberanía de sí, la toma de posesión de sí mismo.