Ese vínculo existe porque el individuo es un organismo vivo, con un pasado orgánico, y porque ese organismo para su salud y su misma vida depende de la Naturaleza. Es una falacia moderna el que nosotros, como individuos, como seres humanos, somos de alguna manera diferentes o superiores a la Naturaleza.
Le pertenecemos, somos parte de la Naturaleza, de los procesos creativos, vitales y biológicos de la Naturaleza, tanto como los árboles o los animales salvajes le pertenecen.
Para entender el vínculo que existe entre nosotros y la Naturaleza debemos entender nuestro propio imperativo biológico, nuestro Destino como organismos vivos.
Este Destino no sólo explica el nexo entre nosotros y la Naturaleza, sino que también nos permite entender cuál es el sentido de nuestra vida, cuál es el propósito de nuestra existencia, aquí en este planeta que llamamos la Tierra. Todos los seres vivos en este planeta, todos los organismos, están sujetos a las leyes de la Naturaleza, al imperativo biológico implícito en la vida misma.
De este modo, todos los organismos nacen, todos ellos tienen el potencial para crecer; todos ellos, si están sanos, procuran reproducirse o tener descendientes; y todos ellos, como organismos individuales, deben morir.
Todos los organismos también tienen el potencial para cambiar, para adaptarse a las condiciones que ellos encuentran o en las que se encuentran, aunque para la mayor parte de los organismos esta adaptación, esta evolución, para ser sensible o significativa, ocurre durante muchas generaciones.