La libertad de que goza la mayoría de los hombres no es de orden económico ni intelectual ni moral. Los que nada poseen tienen solamente la libertad de ir de tugurio en tugurio, de taberna en taberna,
De escuchar las mentiras de uno o de otro periódico, de una propaganda radiofónica o de la propaganda opuesta, Finalmente, de votar. Son libres políticamente.
Económicamente son esclavos. La libertad democrática no existe más que para los poseyentes. Les permite aumentar su riqueza y gozar de toda la variedad de los bienes de este mundo.
Es preciso reconocer que, gracias a ella, el capitalismo ha obtenido la expansión económica del siglo XIX, inmenso crecimiento de la riqueza y una mejora general de la salud, de las condiciones materiales de la vida.
Pero al mismo tiempo ha creado el proletariado. Asimismo ha desposeído a los hombres de la tierra, ha fomentado su amontonamiento en las fábricas y en las viviendas infames, ha comprometido su salud física y mental y ha dividido las naciones en clases sociales enemigas.
Los enciclopedistas tenían un profundo respeto a los poseyentes y despreciaban a los pobres. La Revolución Francesa se produjo a la vez contra el aristócrata y contra los proletarios.
Se conformó con sustituir el león por la rata, es decir, el señor por el burgués. El marxismo quiere ahora reemplazar al burgués por el proletario. Al capitalismo sucederá la burocracia. Lo mismo que el liberalismo, el marxismo da arbitrariamente la primacía a lo económico.
Concede una libertad teórica solamente a los proletarios, y suprime las demás clases. El mundo real es mucho más complejo que la abstracción que contemplaban Marx y Engels.