lunes, 10 de abril de 2017

La Herejía Ideológica..

El hereje ideológico sigue siendo ejemplo para futuros prosélitos, la descarnada realidad del totalitarismo muestra toda su impúdica violencia.

En nuestro siglo el estalinismo y sus macroprocesos ideológicos adoptaron la fórmula según la cual el engañado, el equivocado, reconocía públicamente su error y era convertido en un guiñapo humano, triturado en lo físico y humillado en lo espiritual que aparecía ante las masas reconociendo su error y manifestando su firme adhesión a la ideología dominante.

Al día de hoy la nueva Inquisición, visto el fracaso que han supuesto ambos métodos para extirpar la herejía exige, obliga al converso, una vez aplicados todos los métodos de coerción imaginables, a practicar un acto de voluntad, un proceso de transmutación mental por el que el equivocado, el enfermo, realmente llega a interiorizar que sus convicciones de antaño eran una verdadera enfermedad, una insana adicción que como todas, le ha provocado dolor y de la que el Sistema lo ha curado salvándolo para la sociedad incorporándolo de nuevo al rebaño.

Ese acto de confesión, de arrepentimiento, de asunción de sus antiguas ideas como una dañina, malsana y nefanda enfermedad que corroía su cuerpo y su mente, debe de ser público y dirigido principalmente hacia sus antiguos correligionarios, los que veían en él un pilar, una columna.