sábado, 9 de julio de 2016

La mediocridad



La mediocridad es la gran herejía de nuestra época. Los mediocres se han apoderado del mundo y lo han cambiado todo, desde la política a la religión, sin olvidar los valores, las costumbres y las leyes. Todo está dominado por esa plaga, la peor y mas dañina de todos los tiempos. Los partidos políticos son la gran expresión del triunfo de la mediocridad en el mundo actual.


Desde los tiempos antiguos, los mas fuertes alcanzaban el poder y ejercían un liderazgo sustentado por la fuerza o la inteligencia superior. Sin embargo, todo cambió cuando se fundaron los partidos políticos y los mediocres descubrieron que, unidos y organizados, podían imponerse a los más fuertes e inteligentes, casi siempre divididos y desorganizados.

A partir de entonces, el mundo, dominado por una panda de mediocres organizados en partidos políticos, está revuelto, es más inepto, injusto y depravado y muchas veces involuciona en lugar de evolucionar. Es la consecuencia directa del triunfo de la mediocridad, que ha tomado el poder y creado un imperio político donde los mediocres controlan la historia con la ayuda de torpes, imbéciles y malvados.

Un vistazo desinteresado a la Historia demuestra que los líderes antiguos eran los mejores y que el pueblo les exigía mucho, sobre todo que se asemejaran a los dioses. Se sentian orgullosos de sus dirigentes y los adornaban con privilegios para, a cambio, recibir de ellos protección y un liderazgo sabio y prudente.

En la antigua Sumeria existían alimentos especiales elaborados para deificar a los reyes, que eran los únicos con derecho a consumirlos. A cambio, las exigencias a los poderosos eran enormes y el fracaso de los líderes se pagaba caro, incluso con la vida. Hoy todo se ha mediocrizado. A los políticos no se les exige nada, ni siquiera que sepan idiomas, y el fracaso ni siquiera provoca la dimisión. Desde que los partidos irrumpieron en la Historia, el liderazgo en la Tierra se transformó en una cloaca.

El resultado de la dictadura antidemocrática y anticiudadana de los partidos es aterrador: hambre, violencia, guerras, asesinatos, desigualdad, miedo, distancia creciente entre ricos y pobres, desprestigio de la política, corrupción, injusticia, mentiras, engaños y un largo y estremecedor etcétera, logrado por los mediocres organizados en sus lamentables y dañinos partidos políticos.