La herencia humana no se continuaba porque uno se hiciera oir, sino por el hecho de permanecer cuerdo.
Volvió a la mesa, mojó en tinta su pluma y escribió: Para el futuro o para el pasado, para la época en la que se pueda pensar libremente, en que los hombres sean distintos unos de otros y no vivan solitarios...
Para cuando la verdad exista y lo que se haya hecho no pueda ser deshecho.