sábado, 10 de octubre de 2015

El eurosionismo

Los identitarios europeos debemos hacer un esfuerzo para mantener claras nuestras ideas, debemos luchar por mantener nuestra identidad étnica y cultural libre de injerencias y agresiones, vengan de donde vengan, debemos luchar para detener la sangría económica que supone la inmigración descontrolada, especialmente para nuestras clases menos favorecidas.

Para todos aquellos que nos sentimos patriotas y que luchamos por España, para que su pasado no sea mancillado y prostituido y sobre todo para que su futuro sea de prosperidad y conserve la señas de identidad que nos hacen únicos, ha nacido un nuevo enemigo.

Este enemigo no es otro que el eurosionismo que ya era conocido por nuestros partidos hermanos en buena parte de Europa. Ahora, como no podía ser menos, ha hecho aparición en el panorama nacional y lo ha hecho con la pujanza y el brío que solo el vil metal puede dar en una sociedad en la que se compran y venden voluntades y donde la repercusión mediática depende más de intereses bastardos que de la honradez ideológica y el trabajo.


El eurosionismo es la infiltración de movimientos patrióticos europeos por parte del lobby sionista. Es fácil reconocer a estos nuevos movimientos, centran toda su atención en la inmigración islámica, obviando la inmigración subsahariana, la de amerindios o, por qué no decirlo, la apisonadora cultural norteamericana.

En toda Europa los patriotas, durante décadas, hemos visto con una mezcla de asombro y repugnancia cómo la progresía occidental se alineaba con posturas políticas que eran ajenas a nuestros intereses, y en no pocas ocasiones, más que ajenas, sencillamente opuestas a los intereses de sus compatriotas.


Con esta forma de actuar se ganaron a pulso el apelativo de los tontos útiles de la izquierda.

Hemos visto a nuestros sindicatos defendiendo los papeles para todos para destruir nuestro mercado laboral. Hemos visto a lo más granado de la izquierda defender la igualdad de derechos de un extranjero a la hora acceder a las ayudas sociales aún a sabiendas de que eso dejaba fuera de dicha ayudas a la mayoría de nuestros compatriotas. O cómo se calificaba de enriquecimiento multicultural lo que simple y llanamente era la destrucción de nuestra identidad.